Que teniendo a tu familia sana, todo lo demás da un poco lo mismo.
Que estando feliz, lo transmites. Y te va mejor en todo.
Que, contrario a lo que muchos me dijeron, no existe el «no compartas lo que sabes». El conocimiento es finito, si te gusta lo que haces tu pasión es tu diferencial. No lo que sabes.
Que tienes que ayudar para ayudar. No para recibir algo
(Pero que no importa lo que hagas, se te va a devolver igual)
Que existía mucha más gente a mi alrededor de la que veía, metido en mi computador.
Que ahora, metido en mi computador, me junto con mucha gente más que antes.
Que el Networking es para ayudar. No para figurar.
Que no creo que vuelva a soportar un taco
Que no creo que vuelva a soportar trasladarme por reuniones.
Que no creo que vuelva a soportar no almorzar con los niños y jugar un rato antes de volver a trabajar.
Que la unica forma de trabajar, es sintiendo que no lo es
Que no creo que vuelva a soportar trabajar con gente poco motivada o alegona.
Que no creo que vuelva a estar en una reunión donde, mínimo, haya una carcajada (ojo que mientras más arriba tu cliente, más necesita reírse).
Que existe un mundo maravilloso sin intrigas ni maquinaciones.
Que primero debes exigirte tú. Luego al resto.
Que la mejor forma de hacer nuevos negocios, es haciendo. No diciendo.
(… pero si hiciste algo bueno, ¡dilo, dilo, dilo!)
Que el único responsable de tu vida y de tu carrera eres tú.
Que la vida es un estado mental. (Esto lo sabía, pero no me lo estaba recordando lo suficiente)
La pandemia blablablá, la forma de relacionarnos blablablá y las reuniones blablablá. No les voy a dar la lata con lo que todos estamos viviendo y sintiendo. Por primera vez ¿en la historia? el mundo entero está alineado en miedos, anhelos y problemas. Todos encerrados. Todos lejanos… Pero también, en cierta forma, más cerca que nunca.
Mucho hablamos de la «distancia social» (que en realidad es sólo físico; con varios Zooms, Teams o Meets cada día), pero no sé si le estamos tomando el peso al vaso medio lleno: la manera en la que, primero, nos estamos acostumbrando a una forma de relacionarnos que ya pasó hace rato la regla de los 21 días, con la muerte súbita y total de esas «reuniones que eran para mail» y los desplazamientos de 1 hora para meetings de 30 minutos… y algo que me he dado cuenta con el correr de los días (¡y meses!). Algo que he bautizado como Acercamiento Consciente. Que, más que el antónimo al Distanciamiento Social, es un bonito efecto secundario.
Tuve la buena (y mala) suerte de convertirme en jefe super chico. A los 30 años ya era Director General Creativo de MRM. Y cuando eso pasó, uno de mis tíos, entonces Gerente General de una clínica, me comentó entre las felicitaciones que, lamentablemente, también me daba la bienvenida a la «Soledad del jefe». Nadie invita al jefe a los cumpleaños. Nadie es tan abierto ni cercano con el jefe. En ese entonces, aprendí rápidamente lo que era estar en mi linda y luminosa y cómoda oficina… almorzando solo. Sin salir, para no mirar la ventana mientras comía en algún lugar.
Estar encerrado en mi oficina, me creó también la necesidad de, conscientemente, acercarme al equipo. Salir del encierro. Evitar la modorra de la pantalla. Llamar a amigos. Ser, conscientemente, más social. O sucumbir a esa terrible nueva realidad de la «Soledad del Jefe».
Al salir de McCann y comenzar mi camino al emprendimiento (que ya he compartido bastante en mi Podcast), justo en época de pandemia, ese sentimiento y esa necesidad volvieron a aflorar más fuerte que nunca. Primero, por la necesidad de entender donde estaba. Con quienes contaba. Como empezaba «mis próximos 20 años». La conexión, la necesidad de mi red de apoyo, se volvieron vitales, y fundamentales, en lo que un mes más tarde se volvió mi «Nuevo Ritalin«, como tan bien le llama mi coach. Corte a dos meses más tarde… dándome cuenta de lo importante que ha sido para mi el proceso y el diseño de conexiones clave en mi vida social, emocional y profesional.
El lado luminoso del distanciamiento físico, si tú también te das cuenta y te preocupas de hacerlo, es este «Acercamiento Consciente». Hoy ya puedo decir orgulloso que tengo 5 clientes con los que estoy haciendo proyectos que me tienen feliz, realizado y muy motivado… ¡y con 3 de ellos jamás he estado fisicamente en la misma sala! Y si hoy me preguntas si la pandemia me tiene aburrido de la soledad, no sabría de qué soledad me hablas. Porque evitando la «Soledad del Jefe», aprendí a agendar, obligarme, diseñar, conscientemente, cómo no volverme una persona aislada y sola y amargada. Y hoy, en plena pandemia, seguí de largo con esa costumbre, que me tiene hoy hablando con muchísima gente. Conectado como nunca. Conectado como siempre.
Va a sonar feo desde mi privilegio, pero soy también consciente de él y doy gracias todos los días por ello: hace unos días hablaba con mi señora sobre lo que ha hecho la pandemia por nuestra familia, y más allá de mi hijo adolescente que echa de menos a la polola y los carretes; o la mala forma con que los colegios pueden armar las clases para una niña de 5 años, este período nos ha unido más como familia. Disfrutando un aperitivo sabor sábado un miércoles cualquiera; con la bendita ubicuidad de no perder ya dos horas al día en desplazamientos o cerrar mi computador un rato y tirarme al suelo con mi hija y nuestras mascotas para jugar un rato. Encerrados cocinando, jugando juegos de mesa y aprovechando y disfrutando la casa a full. En paralelo, el Acercamiento Consciente me ha mantenido unido con amigos en Happy Hours de varias horas, Bingos familiares (gran dato: «Cartones de bingo» en la Appstore y alguno que tenga un bingo físico para ser el anfitrión) y tantos nuevos amigos por los grupos de Whatsapp y las charlas diarias, que pareciera surrealista decirlo.. pero gracias a la pandemia, me siento más acompañado que antes.
Como ya he hecho costumbre en mi Podcast, quiero dejarles algunos tips, algunos consejos accionables que he aprendido en el camino, para un buen Acercamiento Consciente:
Agéndalo. Esto se diseña. No pasa solo. Ponlo en tu calendario, literalmente: una o dos horas al día para conectarte con al menos 2 o 3 personas. Puede ser un ex cliente, un pariente con el que no hablas hace rato, o un amigo. Hazlo costumbre. Hazlo parte de tu calendario y respétalo.
Participa. Busca grupos de Whatsapp, charlas o clases donde no solo aprendas, sino que también puedas aportar en la conversación. Es bueno para el ego y para actualizarte. Te obliga a pensar y tener una participación activa. ¿Alguna pregunta? Sí. Siempre trata de hacer alguna. Generar debate. Compartir posturas.
Ten una agenda. Cuando me conecto con alguien, siempre trato conscientemente de tener una «agenda»: o bien ayudar, o bien recibir ayuda. Crea y cultiva ese flujo eterno. Es como el «yo pago el almuerzo». Eso obliga a seguir el flujo. A hacer un segundo almuerzo para pagar el anterior; y así.
Cree en el Dharma. Alguna vez alguien me dijo esta pelotudez: «Tu problema Rita, es que eres muy buena persona. No puedes llegar tan arriba siendo una buena persona». Apenas escuché eso, supe que no quería seguir tratando con este tipo de personas. Y corroboré por enésima vez en estos días que la gente más exitosa que conozco, es también la más dispuesta a ayudar. Sí existe el almuerzo gratis. Sí existe la ayuda desinteresada. Porque esa misma ayuda desinteresada a mi mismo me ha hecho sentir en deuda, y la pago. Porque quiero. Porque se siente bien. Conéctacte con gente para ayudarla, para aportar. Y el universo te va a traer de vuelta eso por diez veces. Comprobado.
Ahora cierra tu computador, toma una hoja y un lápiz y date 5 minutos para pensar donde estás hoy respecto a tu Acercamiento Consciente. A quien le debes una llamada. A quien podrías ayudar. Quien podría ayudarte a ti. Y comienza el ciclo. Hoy, si lo quieres, puedes estar más conectado que nunca. Y no parar de estarlo nunca más.
(Editado. Este post fue publicado primero en Marzo 2020)
Como si el Estallido Social, la guerra del crudo y el dólar a $850 no fueran suficiente tambaleo… ahora además llega el CoVid19. Una cepa que, debo reconocer, hasta hace unos días asumía que era medio inocua para la gran mayoría (Sobre 70 años, afírmate cabrito); pero que ayer alguien que vive en Asia me confirmó que es mucho más grave de lo que las autoridades han querido reconocer. Con muertes de treintones sanos y todo. Wow.
Mi solución? Dejar el escritorio principal a los niños y armar mi pequeño home Office en mi pieza. Con buena luz natural.
Lo que me recuerda -ya entenderán por qué-, la historia de un vecino que trabaja en una empresa de tecnología de manera remota. Pero remota pro: Oficina en su casa y todo. Y reuniones con suerte cada 3 semanas en la oficina real. Tanto así, que se mudó a Argentina hace ya varios años, y -según él, lo que me parece hilarante-, su jefe todavía no sabe. «Me sale más barato dos viajes al mes en avión que seguir viviendo en Chile». Toma.
¿Qué carajo tienen ambas cosas que ver? Con el Trabajo Remoto, po perro. Ya en mi oficina circulan protocolos de trabajo remoto, estamos todos subiendo las carpetas a la nube y asumiendo posición de choque. Ayer en Lima cerraron todos los colegios. Hoy, Lollapalooza pa la casa. Aunque eso, sin ser pitoniso se veía venir igual:
Por eso, y porque me parece un tema clave, y que se viene ahora mismo, les comparto algunos tips que tanto mi amigo como mi agencia nos han dado. Tomad nota:
Todo en la nube. Siempre. Yo al menos tengo siempre esa cosa entre «toc» y síndrome de Rambo, de tener mis cosas ordenadas y en la nube. Todas las fotos de mi vida en Google Drive (gratis ilimitado, si no las pones en maxima resolución, sácate un dato); y OneDrive en la oficina porque usamos Office 365… que alegué cuando tuve que empezar a usar, pero que hoy amo. Porque revisas los documentos «en la nube», no usando la computación -literalmente la capacidad de computar- de tus aparatos. Hasta en el iPad de mi hija de 5 años (el reciclado del reciclado del reciclado) veo perfecto los ppt. El truco es poner en la nube TODO; y sincronizar solo una carpeta con las cosas que más usas en tu computador. Así, todo lo util está a mano y lo menos urgente, a un click.
Reuniones Remotas. Skype for Business es el default de mi oficina. Pero hoy FaceTime y hasta Whatsapp hacen el truco. Si tienes mala señal, solo audio. Y si ya es mucho, una llamada y la presentacion por PDF para seguirla. Shao.
Tu espacio para trabajar. En Octubre me tocó mucho trabajar de la casa… y lo odié. Porque no tengo un espacio para hacerlo; y porque mi hija de 5 años no puede entender que estoy trabajando y no viendo una película (disclaimer: para ella mi mac es para ver películas; y la entiendo. Asi que verme con uno en las piernas y que no la deje ver mi Call con Alemania, como que no le cuadra). Como sea, creo que la regla de oro de mi amigo es super util: Si la puerta está cerrada, estoy trabajando. No estoy. Si me quieren hablar, por teléfono. La puerta es mi oficina. Asi que considérame allá.
Compartirte Wifi del celular.. Es un truco fundamental para el nómade del trabajo: Saber como conectar rápidamente tu teléfono al computador, y compartir internet. Y nononó queridos, ese «pendrive» de BAM de hace unos años, no sirve de nada. Porque es simplemente el mismo chip de celular. Donde vayas a trabajar, si no tienes conexión (léase: te vas al café de la esquina para que tu hija no te moleste y puedas trabajar), el «compartir internet» es clave. Y al menos con el Mac es super fácil, porque recuerda la red y no necesitas darle otro permiso.
Horarios. Parece una tontera, pero es el problema más grave a la hora de enfrentarte al trabajo remoto: el hecho de que todos los demás también estén trabajando en remoto, suele convertirse en una chacota de horarios que te va a tener a ti, sobre todo si eres jefe, trabajando desde las ocho de la mañana hasta las dos de la mañana del día siguiente si no lo ordenas bien. La premisa simple es esta: el horario de trabajo remoto es exactamente el mismo que el horario de trabajo normal. Con almuerzo y todo. En mi caso, que trabajo en una industria creativa, es fundamental definir horarios de revisiones y que tu equipo sea muy riguroso con los tiempos. Trabajar remoto no es trabajar a medias, es trabajar de lejos. Parece un perogrullo, pero créeme que no lo es.
Definiciones: qué y quienes. Porque no todos tienen acceso a wifi, buen computador o simplemente están en pleno de la crisis misma, es fundamental que también definamos quienes realmente van a trabajar remoto. Quienes cuentan con infraestructura, quienes pueden hacerlo; quienes necesitan hacerlo. Es muy dificil pimponear ideas de manera remota; pero no así armarlas. Para el 😯 tuvimos la «suerte» de haber sacado la idea de una campaña super importante, antes del cagazo. Y se trabajó su armado ese manera remota. Pero hay industrias, o tipos de trabajo, en los que definitivamente es preferible una pequeña junta, o de plano aplazar las entregas.
Muchas cosas obvias? Claro que si. Pero incluso lo obvio debe ser normado y revisado. Espero que esto les sirva para lo que, con mucha seguridad, será el tipo de trabajo apenas salga alguien en la tele con mascarilla y un «Breaking News» sobre la frente.
Esta mañana pensaba: si tuviera que hacer un corte antes/después en mi carrera; donde realmente creo que maduré como profesional y como lider, fue con el curso de Management estratégico que hice gracias a McCann Worldgroup. No sólo por la tremenda experiencia (2 semanas en Praga, compartiendo con profesores realmente atómicos, y con gente de países tan disímiles como Egipto y Sudán), sino por las enseñanzas. Alguna vez se las comenté en este blog; pero, en época de crisis, son más que clave recordar. Y compartir:
Primero las personas. En esta época, lamentablemente las conversaciones en los Staff suelen ir por las lucas. Pero es un tremendo error: las lucas llegan cuando tienes a la gente feliz. Si no eres capaz de invertir en tu talento, y hacer un scouting exhaustivo para tener a la mejor persona posible en el cargo, todo es costa abajo. El producto es lo principal? Sí y no. Las personas son lo principal, para que el producto lo sea. Sin la gente correcta, no vas a tener el producto correcto. Y sin el producto correcto, no llega la plata. Así que, al revés, no funciona.
Talento. El punto anterior, lleva a esta máxima: Preocúpate siempre de contratar gente mejor que tú. Gente que te permita irte el viernes tranquilo a tu casa. Gente talentosa, con hambre y ambición, en el buen sentido.
Propósito. Con el primer punto cubierto, puedes preocuparte de lo que realmente debes hacer: liderar. No se jefe. Ser lider. Entender los dolores y problemas de tu gente, y solucionarlos. Como dice el gran Simon Sinek en su libro homónimo, «los líderes comen al final». Primero está tu gente, luego tú. Y precuparte de ellos no es sólo preocuparse de que estén bien pagados -a veces lamentablemente eso no depende de ti, sino de tu cliente y los fees, las negociaciones anteriores y la situación pais-, sino de darles un propósito. La mayoría de las veces la gente no se va por más plata, sino por un mejor propósito. Eso es lo que nos mueve.
Cultura. El cuarto punto también está hilvanado con el anterior: más importante que el talento (y mira lo que te estoy diciendo), es que tu equipo esté culturalmente alineado con la cultura que le quieres dar a tu equipo. O sea: no quiere decir que debes traer gente sin talento y con tu misma mirada. Me refiero a que, entre alguien con un 10 en Talento y un 9 en «cultural-fit»; y otro al revés, quédate con alguien quizás no genial, pero que reme para el mismo lado que tú.
Comunica, comunica y comunica. Más vale sobre-comunicar, que no hacerlo. El equipo debe entender tus decisiones. Tu mirada. Saber que estás detrás de ellos y no sobre ellos. Para dónde va la empresa; qué quieres conseguir; ¡propósito! Comunica cada decisión (en la medida de lo posible) que tomes. Los discursos no son solo para celebrar un ascenso o un pitch ganado. Y si vas a llamarle la atención a alguien, al citarlo para reunión, coméntale la razón («Juntémonos a las 15,00 para hablar de tus retrasos / Veamonos en mi oficina a las 9 mañana para conversar sobre cómo llevaste la reunión»). Eso le da a la otra persona tiempo para pensar y meditar en lo que vas a discutir. Luego, es simplemente sentarse y que él comience a hablar. Funciona como reloj.
Sentido común? Mmm. Contrario a lo que se cree, los mejores días para echar a alguien son los lunes y los mejores días para ascender, los viernes. Lunes, porque la persona tiene toda la semana para estar ocupada con sus redes de contacto (si se va un viernes, pasará todo el fin de semana angustiado). Por el contrario, los ascensos deben hacerse los viernes. Para que la persona piense todo el finde como será su semana. Su discurso de lunes. Su nueva etapa.
#Eso! Me parece importante crear una cultura férrea, con gente empoderada y feliz. Es la unica forma de realmente disfrutar tu trabajo, y realmente trinfar en él.
Te hago unos zapatos. Increibles. Te saco la huella exacta de tu pie, trabajo a mano por una semana completa el cuero, las tintas, la suela y los puntales. Y te cobro 400 lucas por unos zapatos para toda la vida.
No te gusta? Ok. Anda al supermercado y compra unos zapatos genericos y de dudosa calidad, cero cuero, por unas 20 lucas.
Son los dos espectros maximos de una industria que en algo se parece a la publicitaria. Tenemos artesanos que hacen maravillas con su wacom y sus camaras. Expertos en materias primas que cambian cueros y tintas por talentos y tecnologías… y con una tremenda diferencian: nadie entra a tres zapaterias para «licitar»: hazme un par de zapatos, pasamelos gratis (gratis!) y luego, con los tres pares en mano, elijo a quien le pago. Y me quedo con los otros dos.
La industria creativa no es eficiente. Por definicion. Si buscas eficiencia en los procesos, buscalo en cómo armas los mails, cómo se entregan los originales. Pero nadie pone las manos al fuego por llegar a tiempo con una genialidad dn exactamente 10 horas. Es imposible.
Asi que hoy, estamos en una debacle que se monta desde dos angulos: los clientes pagan por hora (literalmente me he tenido que sentar con el equipo a calcular (?) cuantas horas requiere un posteo o un tweet; pero exigen por valor. Auch. Y por otro lado, pequeñas agencias, muy livianas en formato -desde publicistas recien salidos de la universidad hasta patrones de fundo que sólo traen y explotan practicantes para no pagar casi nada- que entran a pelear contra las mas grandes. Y, extrañamente, esa pelea se da.
Hace unos años, era impensable que en la misma licitación entrara un BBDO, un McCann… y un Pepito y Asociados. Hoy, la perdida de sentido de valor y, concedamos, la perdida de valor intrínseco de algunas multinacionales (que no se han actualizado, no han cambiado su modelo de negocio o ambas) convierte el mundo publicitario en un campo de batalla de todos contra todos. Ahora cualquiera te googlea un estudio global de los millennials. Cualquiera te muestra lo ultimo de Cannes.
Pero finalmente el problema no está ahi. Al contrario. Es clave ese tiron de orejas para realmente retomar el valor de las multinacionales, su diferencia real ante ese cobro. El problema es que mientras pasa esto, clientes se malacostumbran con otros mini actores, a no pagar retoques. No pagar fotos. No pagar por el trabajo.